domingo, 16 de octubre de 2011

Como los de verdad

I
Mami, tengo sed. Quiero agua. No, que me espere no, yo quiero beber ahora. Ya. AGUA, DAME AGUA. ¡A-GUA!, ¡A-GUA!, ¡A-GUA! Bieeennnnn. Ya era hora. Mami, te gritaba porque no me hacías caso. Glub, glub, glub. Me la acabo toda, ¿vale? Ahhhhh. No me riñas, que sólo se me ha caído un chorrito por el cuello. ¡Je, je, está fresquita! Jooo, mami, estoy muy cansadito. Y me aburrooooo. Llevamos mucho rato viendo ropa. Ver ropa es un asco. Y probársela aún más. Mira el papi, qué morro tiene. Él se ha ido a ver los aparatitos electrónicos y los ordenadores. Y yo tengo que estar aquí viendo contigo todos estos pantalones. ¿Por qué él sí se va y yo no? Esto es un rollo. Suéltame la manita, que me quiero sentar. Me voy a tirar al suelo. Que no está sucio el piso, que no, mira, mira. Bueno, pues si está un poquito sucio me da igual. Venga, mami, vámonos. Que nos vayamos te digo. ¡Vámonos ya, anda!

II
Ya te lo he dicho. Que sí, pesada. Que yo no me muevo. Que estoy por aquí quietecito. Que no toco nada. Que no me voy lejos. Lejos no. De ahí no paso. Los pasillos son carreteras y no puedo pisar la línea continua. Brooom, brooom. Atención, stooop. Los que vienen por ese lado tienen preferencia. Brooom. Primera, segunda, tercera. Frenooo. Atenciónnn, pasa el tren. ¡Cuidado! Esa señora es un “mercancías peligrosas”. Chucuchúuuu, pipíiiiiiiiii, chacachacacha. Anda, mira…. Allí, al final, en la pared, ¡los juegueeeetessssss!. Hacia mami se va por allá. ¡Halaaa…. Lo que hay! Voy, lo miro un segundo y vuelvo corriendo. Para que ella no se enfade. Esto, esto sí que está chulo. Yo también quiero mirar mis cosas.

III
Puaggggg. Los peluches de los pequeñajos. Pues entonces los coches tienen que estar cerca. ¡Allá, allá! BROOOM, BROOOM. Uaaauuuuhhh. Cómo molan. Yo quiero uno. Como ése. Me lo tengo que pedir. Mami me dirá que no, que lo pida a los reyes. Pero papi a lo mejor sí me lo compra. Los tengo que traer para que lo vean. Ése es muuuuy chulo. Como los de verdad. Pero para pequeños. Con ése podría ir solo al cole. Por la carretera. Con sus luces. Sus espejos. Voy a probarlo. Me subo. No me dirá nadie nada. Me subo, sí. Qué pasada. Qué cómodo. Lo tiene todo. PIIIIIIIIIIII. PIIIIIIII. El pito. Je, je, todos miran. Mejor me bajo. Si no, me van a reñir seguro. Me bajo y lo veo desde fuera. Qué bonito es. Azul. A mí me gusta azul. Lo voy a pedir. Como éste. Como los de verdad.

IV
Tendrían que fabricar coches para niños. Construir calles para niños. Y tendría que haber aviones que volaran para niños. Tendrían que dar el permiso de conducir ya a partir de… los cinco años. Yo me lo sacaba ya. Y el de piloto… a los ocho. Y el de astronauta… a los diez. Estos coches pequeñitos correrían menos y los aviones volarían más bajito y habría menos accidentes. Seguro. Es que hay mayores que serán muy mayores pero que de conducir saben tan poquito…

V
Con desconocidos no tengo que hablar. Pero es la segunda vez que este señor me lo dice. Que si me gusta el coche. Pues toma, claro que me gusta. Yo sólo he movido la cabeza. Pero no he hablado. No he dicho ni una palabra. Y ahora me pregunta que qué color preferiría. Yo, mudo. ¿Cómo se dice sin hablar la palabra “azul”? Bueno, total, por decir una palabra, una sola, tampoco pasa nada. La digo y ya está: A-ZUL. Se queda con la boca abierta. Que qué gusto más bueno tengo. Eso ya lo sé yo. Dice que es mi día de suerte. Ja. Si mis padres me compraran ese coche, seguro que sería mi día de suerte. Me adivina. Pregunta que dónde están mis papás. Pues… a ver que yo me aclare… Señalo con el dedito de una manita hacia el frente. Con el dedito de la otra hacia detrás. Qué lío. Cada uno en un sitio, mirando sus cosas. Él estira el cuello. No los ve. Pero repite que estoy de suerte. Porque él fabrica esos coches. Ja, ja, voy y me lo creo. Que sí, que de verdad, dice que lo dice en serio. Tiene uno en su taller recién acabado que es azul precisamente. ¿Azul ha dicho? Y que yo le caigo bien. Y que un muchachito como yo merece tener uno. Que me lo regala. Que le acompañe, que ahora mismo vamos a por él. Dice que no me preocupe, que habla en serio. Que por qué me quedo mudo. Yo miro mi reloj azul de plástico, aunque aún no sé decir las horas, y le pregunto: “…pero, ¿vamos a tardar mucho?”. Y al tío le hace gracia mi pregunta porque se parte de la risa.

VI
Mira que ahora hay gente en este centro comercial. Vamos todos amontonados. Me he dado en la cabecita con el bolso de una mujer. Me he hecho pupa. Llevaría dentro piedras por lo menos. El señor me estira del bracito. Le he dicho que no vaya tan deprisa, que no puedo correr tanto. Y me contesta, es para tardar menos luego en volver, para que no se preocupen tus papás. Ah, es por eso. Entonces, voy un poco sudadito, pero corro más aún, lo más que puedo.

VII
¿Falta muchoooooo? Se lo he preguntado de un grito porque estoy cansadooo. Llevamos un buen rato andando por la acera. Y está oscuro. Es que se ha hecho de noche. El señor se agacha. Se agacha y me habla en la orejita. Al arrimarse, no le huele bien la boca. Me señala allá, que si veo aquella luz blanca. Al fondo. No, no la veo. Sí, hombre, sí. Aquella. No, que no la veo. Sólo veo la calle. Pero ¿falta muchoooo? Él se levanta. Es muy alto. Me da ánimos. Ya falta poco, peque. Vas a ver qué coche. Azul. Como los de verdad.

VIII
¿Aquí? ¿Es aquí? ¿Ya hemos llegado? No me contesta. Eh, que aquí no hay nada. No hay ni casas. No pasa nadie ¿Y el taller? ¿Y el coche? ¿Por qué no me habla y ahora me coge más fuerte?

IX
Oigo una voz. ¡Sitoooo! Me llaman. Me buscan. ¡Eeeeehh, que estoy aquí! Ése es mi papi. Sí, mi papi. Que viene como una moto. Con la cara rojísima como un tomate. Papi, ahora te cuento. Pero me aparta y no me deja ni hablar. Directamente, le da un puñetazo en los morros al fabricante de coches. Un puñetazo como los de verdad, no como los de las pelis. Por detrás, me agarran y me levantan. Al verme por los aires, gritoooo. Aaaaaaaahhhh, qué sustooooo. Pero bueno, ¡si es mi mami la que me espachurra! ¡Sito, Sito, Sito! Me da besitos. Muchos besitos. Mami, mami, ese señor me iba a dar un coche como el del centro comercial, como los de verdad, pero con lo brutote que es papi, me parece que me he quedado sin nada… Mami, mami… ¿pero tú por qué lloras…?

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