Si no me diera tanto corte, te diría que vinieses a mi casa un día. Sin ninguna doble intención. Sólo porque estoy convencido de que una cosa es ese trozo de fachada desvencijada que ves desde la calle, con sus pequeñas ventanas rotas, y otra bien distinta lo que esconden esas paredes en su interior.
Para empezar, la entrada no está blindada como parece. La buena gente en quien confío no necesita ni siquiera llave para venir aquí a la hora que sea menester. Pero para el resto del mundo la puerta no cede ni un milímetro aunque intentara tirar la puerta abajo a cañonazos o con arietes.
Si te decidieras a venir, nada más acceder a la vivienda, un viento frío te sacudiría el rostro. "Pasa, por favor", te diría, "Ésta es la sala de las corrientes de aire". Eso sí, verías luz natural por todas partes. Por aquí desfilan ideas, intenciones y hechos, pero no quedan retenidos. Representan ese millón de cosas que pasan cada día y que después se esfuman para siempre. "No dejes nada suelto por si acaso", te advertiría, "porque se irá volando..".
"Adelante en esta estancia, pero con cuidado, aquí no estaremos mucho rato... y por favor, disculpa el desorden total". Es la habitación que amplifica los miedos y los peligros. Inmediatemente te invadiría una sensación de desasosiego, desazón y mal rollo. Tanto, que tendría que tirar de ti hacia el pasillo de nuevo ¿Ves? Esas paredes reflejan angustia permanente, donde todo me va mal y soy un puto desastre. Aquí, en este espacio, es donde me entran todas mis neuras.
"Bueno, ven y verás la cocina de las estrategias". Uno, dos, tres y hasta cuatro fuegos a la vez. Ingredientes no me faltan. Descargo mis asuntos, los lavo, los pelo, los troceo, los analizo y pienso cómo los puedo resolver. Procuro no dejarlos crudos ni que tampoco se pasen. Aquí decido qué es lo mejor para cada plato. Con toda mi modestia, ahora te ofrecería un café y unas pastas con planes (para el futuro).
A estas alturas, ya tendrías formada una idea de cómo es mi humilde morada. "Asómate ahí, verás el patio singular". Verías una planta, sólo una, en una maceta. He probado tener otras más pequeñas. Pero no crecen a la sombra de la primera.
"Y por aquí llegamos a la habitación de los sueños imposibles". La realidad se queda fuera. En esa enorme pantalla panorámica, soy el espectador de lo que mi imaginación quiere ofrecerme.
"Al fondo, están las habitaciones que no se utilizan". Supongo que yo, como tantos otros, vivo en una casa grande pero aprovecho sólo un espacio pequeño...
Permite, si es que vienes, que no te enseñe la vinoteca de los recuerdos. Mi bien más preciado. La esencia de mis momentos. A veces, destapo uno, y lo revivo de nuevo. Como si aquello que sucedió hace muchos años hubiera pasado hace sólo unos minutos. Y me embriago. Y después, tapo el frasco de mi recuerdo y lo guardo de nuevo. Pero no creas, no soy tan nostálgico como para permanecer continuamente borracho.
Soy consciente, mi casa necesita reformas. Tengo que apuntalarla, porque sé que cualquier día se vendrá abajo y yo estaré dentro. Pero antes, y no debo tardar mucho, me armaré de valor, saldré de aquí, de mi fortaleza, y te pediré que un día vengas a verme.
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