domingo, 24 de noviembre de 2013

La habitación de los juguetes

 
I
No pensaba yo que, cuando Juanma me preguntó si podía venir un amiguito del cole a jugar con él me iba a traer precisamente a éste, a Omar…. El caso es que ahí están los dos,  metiditos en el cuarto del fondo. Desde luego, fue una buena idea poner allí todos los juguetes. Así, por lo menos, el resto de la casa está presentable y despejada. Lo mismo no se oye ni una mosca y tengo que asomarme a ver si les ha pasado algo, que gritan como descosidos, como si los estuvieran torturando, y tengo que asomarme también porque van a venir los vecinos y nos van a llamar la atención. No, no les pasa nada. Representan y viven con intensidad las historias de los muñecos. Ésta va a ser la tercera vez que entro en lo que va de tarde. Madre mía. Por aquí parece que ha pasado un huracán. “Chicos, ¿no sabéis que hora es? Hora de ir recogiendo. Hora de cenar. Hora de estar cada uno en su casa”. Juanma se lamenta: “Ooooohhhh”, y pide prórroga: “espera un poquito por favor”. Luego negocia: “Mamá.., ¿puede venir Omar otro día?”.  ¿Qué es lo que quiere Juanma que conteste delante de su amiguito? Justamente lo que le digo entre dientes: “Pues que claro que sí, otro día más y mejor, pero por hoy ya vale, que mañana hay cole y no habrá quien os levante”.  
II
Yo le miro a los ojos y le pregunto: “…pero Juan María, ¿es que sólo tienes a ese amiguito?... es que cada dos por tres lo tenemos aquí en casa… es que parece que no tiene padres que se preocupen por él… es que el otro día hasta se trajo a su hermanito, como si esto fuera una guardería… es que siempre acaba rompiéndote algo, con lo que tú te lo cuidas todo, es que… ”. El muy pánfilo se me encoge de hombros. Creo que no sabe decirle que no a nada. Creo que se apodera de su personalidad y se convierte en su marioneta. Ahora voy directa hacia la habitación de los juguetes. Toc, toc. “Hale, chicos, que ya es hora”.  Juanma me replica cada vez más. Se está haciendo un respondón. Esta vez me salta con un: “¿Yaaaa?”. Él antes no era así. Después, cuando estemos solos,  me va a oír a mí. Me muestro inflexible. “Sí, ya”. Omar se levanta. Mientras va por el pasillo, camino de la puerta, me doy cuenta. Eh, eh. Lo lleva en la mano, fuertemente cogido. “…Omar, deja ese muñeco en el sitio…”. “Me lo ha dado Juanma”, declara.  “¿Cómo que te lo ha dado?”. Miro a mi hijo y lo fulmino. Con la pasta que vale este “destroyer”… cómo se le ocurre. Reconduzco la situación. “No, él no te lo puede regalar…”. “¿Y por qué?”. “Pues porque no”. Vuelvo rápida a la habitación de los juguetes. Me agacho. Cojo el más viejecito que veo, uno que tiene las alas rotas. Regreso corriendo. Y se lo tiendo. “…si quieres uno, llévate éste”. Omar lo recoge con cara de despago. Eso: encima es desagradecido.
III
DINGGGGG, DONGGGGGGG, DINGGGG, DONGGGG. Pero qué manera de llamar es ésa. Por la hora que es… “¿Quién? ¿Omar? Huuuy, Omar, qué mal me sabe, pero Juanma está en la clase particular de inglés… ¿no te lo había dicho? Se le habrá olvidado. Pues acabará un poco tarde… Ya vienes otro rato si eso…. Hombre… claro que Juanma te deja jugar en la habitación de los juguetes aunque estés solo… pero es que justo en este instante, yo tengo que salir también al supermercado y tampoco voy a estar en casa”. (…). Ufffff, qué jeta la de este nano. Desde dentro escucho una vocecilla: “¿Es Omar?”. “No, Juan María, no. Se habían equivocado. ¿Cómo llevas el deber de inglés? A ver, déjame revisar… Bien, bien, y bien. Termina hasta aquí, y luego si quieres ya te vas a la habitación de los juguetes hasta las ocho por lo menos”.
XL
“A ver cuándo arreglas la habitación de los juguetes. No se puede entrar allí ni a saltos. Te advierto: como me dé un día, me pongo y la mitad de las cosas van a la basura. ¿Que ni se me ocurra? Pues ya sabes, Juanma. Pon en orden toda esa montaña de muñecotes con los que ya no juegas”.
L
¿Esta caja con la ropa de verano? Al trastero con ella. Sí. A lo que hace muuuucho tiempo fue la habitación de los juguetes.
CCL
Esperadme un momento, chicas, que voy a saludar. Ehhhhhh...Heeey ¡OMAARRRRRR, OMAAAAR! Pero qué alegría me da verte. Muá. Muá. Qué buen mocetón te has hecho… Cuánto tiempo ha pasado… Parece que fue hace nada…. Nosotros en cambio ya vamos para abajo… ¿Te acuerdas de lo bien que lo pasabais en la habitación de los juguetes? ¿Juanma? Espera, me tapo la boca con la mano, porque no quiero que mis amigas me lean los labios. Él está allí en casa. Desde luego, no ha tenido suerte. A ver si tú que puedes lo ayudas, Omar. Que es tu amigo de infancia, tu amigo de toda la vida. Acuérdate. Llámalo. Se alegrará. Bueeeeeeno. Heeeey, ¿Sabéis quién es? Venid y os lo presento… es el Subsecretario de Industria… ¿no lo visteis el otro día en la tele?

No hay comentarios:

Publicar un comentario