domingo, 5 de diciembre de 2010

Cartas a un detective

SEPTIEMBRE

Querido amigo Quijada:
No puedes imaginar la sorpresa que me has dado con tu carta. Para mí el nuevo colegio ha supuesto un cambio muy brusco, aunque los compañeros que tengo ahora son muy amables conmigo. Como soy un delantero bastante bueno, todos me quieren en sus equipos y me hincho a meter goles. De los profesores, prefiero no contarte mucho. Hay uno que habla solo. Él se pregunta, él se contesta y él se felicita por lo listo que es o se riñe por lo tonto que también es. Cuando llegues a clase da recuerdos a todos de mi parte, en especial a Martínez, Flores, Reverte, Jiménez, Arias, Sánchez, Armero, Castaño, y sobre todo a Bermejo. A las chicas… mejor no les digas nada.

¿Sigues en tu empeño de ser detective privado? Con lo obstinado que eres, me parece que sí. No tengo ninguna duda de que lo conseguirás. Y además, de los buenos. Ya me contarás cómo sigues con lo de Guillermo el Mini. Me da pena no poder ayudarte desde aquí, pero sé que resolverás el caso y espero que me lo cuentes cuando llegue el día. De todas formas, ten mucho cuidado y no te confíes, porque los peligros siempre vienen disfrazados. Bueno, se me acaba el rollo. Acuérdate de dar los recuerdos. Un abrazo.

Gerardo Bandera

OCTUBRE

Estimado Quijada:
Si la primera carta tuya fue una sorpresa, recibir la segunda ha sido una alegría. Me demuestra que nuestra amistad está muy por encima de la distancia que nos separa y del tiempo transcurrido. Aquí ya hemos empezado el campeonato interescolar. Llevamos ganados tres de tres. Yo he marcado sólo un gol, pero he hecho muchos pases buenos. Y tenemos un entrenador muy peculiar. Le llamamos “El políglota”, porque es el profesor de inglés y dice que habla seis idiomas: inglés, francés, italiano, alemán y chino, además del castellano. Todos estamos seguros de que nos vacila. Ja, ja. No dice bien ni el “gudmoning”.

Por supuesto que me hace mucha ilusión que vengáis a Siraiñe. Si os animáis Bermejo y tú, os venís un Sábado de los que jugamos el partido en casa. Hay autobuses a todas horas. En la otra hoja, te dibujo un plano para que sepáis llegar sin pérdida. Espero que te aclares con las flechas. Y si no, preguntad a cualquiera, que aquí la gente es amable y no se come a nadie.

Respecto del nuevo caso que investigas, el del misterio de las calculadoras desaparecidas, mi opinión es que te fijes en el que parezca menos sospechoso. A Reverte siempre le gustaba presumir de su calculadora de Andorra, y a lo mejor no puede soportar que otros tengan ahora modelos más nuevos y más modernos. No le digas que lo considero presunto culpable. Podría molestarse. Lo ideal sería que lo pillaras “con el carrito del helao”, que pusieras un cebo, quiero decir una calculadora con pegamento, y que se le quedaran los dedos pegados.

No te desesperes con Guillermo el Mini. Tarde o temprano acabará cometiendo un error y tú estarás allí para pillarlo. Y es un dato importante y revelador que cada día llegue al colegio con la mochila vacía y se vuelva a su casa con la mochila cargada. No hay que descartar nada. A lo mejor, libro a libro, el tío está vaciando la biblioteca del colegio.

Sí, yo también creo que Amelia es muy simpática. Por qué no decirlo, la más simpática de todas. Bueno, me despido que me llaman, que la cena ya está puesta. Cuídate.

Gerardo Bandera
P.D.- Estírale bien las orejitas a Bermejo de mi parte el día de su cumple.

DICIEMBRE

Apreciado Quijada:
No tienes por qué disculparte. Fue mala suerte que a Bermejo lo castigaran a última hora y a ti no te dejaran venir solo. De todas formas, aquel partido fue un desastre, lo perdimos 1-4 y no jugamos bien.

No he tardado en contestar tu carta porque estuviera enfadado, sino porque he tenido muchos exámenes, aquí aprietan mucho, y he andado muy liado.

Sobre lo de Guillermo el Mini, mi consejo es que abandones la investigación. Si después de tantos meses siguiéndole no has encontrado nada, ni dentro ni fuera del colegio, a lo mejor es que no hay nada. No parece que robe papeles. Y cuando hace de árbitro, tampoco pita penaltis en contra ni amaña partidos, aunque se equivoca un montón. Lo único que sí me parece claro es que Guillermo el Mini es muy simple. Pero eso no es delito. Hay mucho simple suelto por las calles.

No, no creas que pienso que Amelia es pesada cuando te pregunta por mí. La verdad es que yo también me acuerdo mucho de ella. Me explicaré. Pero por favor no le cuentes lo que te voy a desvelar. Te acordarás del caso del pendiente perdido, que fue muy sonado. Amelia interrumpió la clase: “¡Señorita, señorita, he perdido el pendiente de plata!”. Todo el mundo, profe incluida, iba a gatas por el suelo, buscando por debajo de los pupitres. Y quedó sin aparecer. Y eso que alertamos a la señora de la limpieza. Rastreamos por los patios y por las papeleras. No lo encontramos. La casualidad quiso que dos días después, yo lo viera camuflado en el césped de la entrada. Cuando lo tuve en la mano, me dio vergüenza devolverlo. La gente podría pensar que lo había tenido yo escondido todo ese tiempo. Así que no dije nada, lo guardé y lo conservo como un tesoro, como un gran recuerdo de una gran chica.

Me da que ya lo sabías, que por eso te referías a Amelia en cada carta tuya, porque sólo te faltaba una confesión por mi parte para cerrar el caso del pendiente perdido. Al contártelo, yo me quito un peso de encima y esto queda entre nosotros. Y aquí tenemos otro caso resuelto del detective Quijada. No dirás que no suena bien, ¿eh?

Bueno, voy a despedirme ya, que me he enrollado como una persiana. Avísame si os decidís por fin a venir cualquier otro día a Siraiñe. Y léele la cartilla a Bermejo, para que se porte bien y no lo vuelvan a castigar a última hora. O sea, que seáis buenos, que si no nos vemos hasta que nos jubilemos. Aaaaadiós.

Gerardo Bandera.
P.D.- Por favor, dale recuerdos sólo a Amelia. Y dile que si quiere, que me escriba. Yo prometo contestarle.

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