I
¡No me lo explico! ¡Otra vez, otra vez…! Sí, ya sé
que llevamos una hora con esto…, pero Margaaaa, venga, una vez más y ya está.
Piedra, papel, tijera. ¡Brrrrr! ¡No, no, así no ha valido! La última, la
última: Una, dos y tres: ¡Piedra, papel, tijera! JOOOOOO. Pero, ¿cómo es
posible que me ganes, siempre, siempre, siempre? Aunque fuera por
probabilidades, por aburrimiento, una, por lo menos una yo tendría que ganarte
a ti… Esto tuyo no es normal ¡Piedrapapeltijera! Mierda. Ni así. Yo ya no juego
más contigo, Margarita. Que lo sepas.
II
No, yo no estoy enfadado… si me dices cuál es el
truco. Y no me vengas otra vez con que es cuestión de lógica porque no cuela.
¡Piedrapapeltijera! Brrrr ¿Ves? Has vuelto a ganar. Para variar. ¿Qué lógica hay aquí? Ninguna.
III
Je, je, Piedrapapeltijera… Pero ¿…se puede saber
dónde vas tú con ese paraguas gigante y el chubasquero amarillo con este cielo
tan azul y este sol tan espléndido?
IV
No me digas nada ahora por favor. No, no me he
mojado casi. Chof, chof. Atchhhhhhíssss. No, tampoco me mosqueo. Algún día, Marga,
como que me llamo Arcadio, tenemos que hablar de esto. Y no te hagas la
distraída. Me refiero a hablar de lo tuyo. ¡Piedrapapeltijera! Bufffff, chica, me
rindo, contigo no hay manera.
V
Aunque no me hayas dicho ni “mú”, sí que sé que lo
sé. Ato cabos. Sólo me falta averiguar, y espero que me lo aclares, un punto.
No tengo claro todavía si influyes sobre las cosas que pasan para que pasen, o
simplemente te anticipas y sabes que van a pasar, lo cual tampoco sería moco de
pavo. Lo que es seguro es que eso de que aplicas la lógica como me decías nada
de nada. Eres todo para mí menos lógica, Marga. Vale, te cambio de tema, que ya
me has repetido varias veces que no te gusta hablar de esto. Pero algo más sí
querría subrayarte. En mí, puedes confiar, espero que siempre y pase lo que
pase. Esto, con tu visión de futuro, seguramente ya lo debes de saber bien, Piedrapapeltijera.
VI
Éste que te propongo es un juego sin malicia, Marga.
Tú coges un papel. Yo otro. Escribimos cada uno a la vez cómo nos parece que
seremos dentro de diez años. Dónde estaremos. En qué nos ganaremos la vida. Yo,
con los años que te conozco y como tú dices que haces, también aplicaré la
lógica. Lo metemos en dos sobres. Los sobres, en un bote. El bote, en una
maceta. Y en la maceta plantamos… un jazmín. Y a la vuelta de la década, que
parece una eternidad, pero no es tanto, removemos la tierra de la maceta,
sacamos los botes, abrimos los sobres, los leemos y comprobamos quién de los
dos ha acertado más cosas. Je, je, je. El que pierda, paga… ¿una cena en el Jamonetis,
te parece bien? Venga, va… que no te cuesta nada, es sólo una cena dentro de
ciento veinte meses y yo como muy poco, je, je… Piedrecitapapelitotijerita… dime
que sí.
VII
Te has dormido. Como si supieses que este atasco
va para largo. Bueno, por descontado que lo sabías. Y aquí, en el asiento de
este autobús, has inclinado tu cabeza sobre mi hombro. Y ahora siento tu respiración agitada. Y la
seda de tu pelo. Me da miedo moverme. Te miro. Una y mil veces. Hoy
estuve a punto de… me faltó un tris para… bueno, para expresar lo que tú bien
conoces. Lo que te escribí en el papel del sobre del bote de la maceta. Que no
imagino mi vida sin ti para entonces. Que un escalofrío me recorre de parte a
parte con sólo mentarte. Que… por favor, Piedrapapeltijera, en cuanto
despiertes, mírame a los ojos y con una sonrisa en los labios dime que tú también.
VIII
Oh, oh. Me has pillado con el carrito del helado.
A qué negártelo. Esta pala que tengo en la mano era para rascar la tierra de la
maceta. Quería leer lo que habías escrito y luego volverlo a dejar como si tal
cosa… porque me inquieta lo que nos tiene que pasar… me parece tan, tan injusto
que tú sí lo sepas y yo no… Uffff… Vaya. Tenías claro a qué vendría yo aquí
ahora, Marga, y por eso has aparecido… Pero queda tranquila, no volverá a
ocurrir. Me morderé las uñas y esperaré los noventa y pico meses que aún quedan
pacientemente. Y esa cena la pienso seguir ganando yo, conste.
IX
Marga, por favor, no seas tan escrupulosa. ¿No
tienes unas cualidades? ¡Pues utilízalas! ¿Quién te va a pedir cuenta por ello?
¡Nadie! Ni tú ni yo tenemos ahora trabajo y con este patio, el panorama cada
vez se nos pone más crudo… Una pequeña ayudita nos vendría muy bien para
despegar… Podríamos, perdona que te diga, estar la mar de bien ¡Reacciona!
¡Dime qué número va a ser el segundo premio de la lotería! ¡Mira: No te pido el
primero siquiera, te pido el segundo… para salir del paso…! ¡No quiero los
seis, dime sólo cuatro números de la primitiva de este Jueves, por favor…!
Chica… que no es por los premios, es porque nos jugamos nuestro futuro juntos…
que nadie imaginaba la puta crisis que se nos venía encima… ¿Nadie? Bueno, tú
ya sé que sí… Piedrapapeltijera, por lo que más quieras… por nosotros…
XXX
La tierra está tan reseca que la hoja de la pala
se dobla cuando intento clavarla. Rompo la terracota. Las raíces de la planta
han crecido tanto que se enroscan y enzarzan buscando un sitio que no tienen.
Aprisionan los botes. Me dejo los dedos y las uñas para desenmarañarlos.
Primero el mío. Lo abro. Leo mi letra gigantona. Y rememoro el sueño de lo que
tenía que ser mi hoy. Luego voy por el otro bote. El de ella. Me tiemblan las
manos. Se me nubla la vista. Desdoblo el papel. En el principio veo, ahí dibujados,
una piedra, un papel, una tijera. Luego sigo leyendo. Su letra redonda y
perfecta. Trago saliva. Nudo en la garganta. De repente, me traicionan a la vez
las lágrimas, los mocos y las piernas que se me doblan. Eso me pasa cuando
llego a las últimas palabras, las que recuperan mi esperanza: “Postdata: el
Jamonetis habrá cerrado, Arcadio, tendrás que pensar en otro sitio para pagarme
la cena”.
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