domingo, 12 de enero de 2014

Piedrapapeltijera

 
I
¡No me lo explico! ¡Otra vez, otra vez…! Sí, ya sé que llevamos una hora con esto…, pero Margaaaa, venga, una vez más y ya está. Piedra, papel, tijera. ¡Brrrrr! ¡No, no, así no ha valido! La última, la última: Una, dos y tres: ¡Piedra, papel, tijera! JOOOOOO. Pero, ¿cómo es posible que me ganes, siempre, siempre, siempre? Aunque fuera por probabilidades, por aburrimiento, una, por lo menos una yo tendría que ganarte a ti… Esto tuyo no es normal ¡Piedrapapeltijera! Mierda. Ni así. Yo ya no juego más contigo, Margarita. Que lo sepas.
II
No, yo no estoy enfadado… si me dices cuál es el truco. Y no me vengas otra vez con que es cuestión de lógica porque no cuela. ¡Piedrapapeltijera! Brrrr ¿Ves? Has vuelto a ganar. Para variar.  ¿Qué lógica hay aquí? Ninguna.
III
Je, je, Piedrapapeltijera… Pero ¿…se puede saber dónde vas tú con ese paraguas gigante y el chubasquero amarillo con este cielo tan azul y este sol tan espléndido?
IV
No me digas nada ahora por favor. No, no me he mojado casi. Chof, chof. Atchhhhhhíssss. No, tampoco me mosqueo. Algún día, Marga, como que me llamo Arcadio, tenemos que hablar de esto. Y no te hagas la distraída. Me refiero a hablar de lo tuyo. ¡Piedrapapeltijera! Bufffff, chica, me rindo, contigo no hay manera.
V
Aunque no me hayas dicho ni “mú”, sí que sé que lo sé. Ato cabos. Sólo me falta averiguar, y espero que me lo aclares, un punto. No tengo claro todavía si influyes sobre las cosas que pasan para que pasen, o simplemente te anticipas y sabes que van a pasar, lo cual tampoco sería moco de pavo. Lo que es seguro es que eso de que aplicas la lógica como me decías nada de nada. Eres todo para mí menos lógica, Marga. Vale, te cambio de tema, que ya me has repetido varias veces que no te gusta hablar de esto. Pero algo más sí querría subrayarte. En mí, puedes confiar, espero que siempre y pase lo que pase. Esto, con tu visión de futuro, seguramente ya lo debes de saber bien,  Piedrapapeltijera.
VI
Éste que te propongo es un juego sin malicia, Marga. Tú coges un papel. Yo otro. Escribimos cada uno a la vez cómo nos parece que seremos dentro de diez años. Dónde estaremos. En qué nos ganaremos la vida. Yo, con los años que te conozco y como tú dices que haces, también aplicaré la lógica. Lo metemos en dos sobres. Los sobres, en un bote. El bote, en una maceta. Y en la maceta plantamos… un jazmín. Y a la vuelta de la década, que parece una eternidad, pero no es tanto, removemos la tierra de la maceta, sacamos los botes, abrimos los sobres, los leemos y comprobamos quién de los dos ha acertado más cosas. Je, je, je. El que pierda, paga… ¿una cena en el Jamonetis, te parece bien? Venga, va… que no te cuesta nada, es sólo una cena dentro de ciento veinte meses y yo como muy poco, je, je… Piedrecitapapelitotijerita… dime que sí.
VII
Te has dormido. Como si supieses que este atasco va para largo. Bueno, por descontado que lo sabías. Y aquí, en el asiento de este autobús, has inclinado tu cabeza sobre mi hombro.  Y ahora siento tu respiración agitada. Y la seda de tu pelo. Me da miedo moverme. Te miro. Una y mil veces. Hoy estuve a punto de… me faltó un tris para… bueno, para expresar lo que tú bien conoces. Lo que te escribí en el papel del sobre del bote de la maceta. Que no imagino mi vida sin ti para entonces. Que un escalofrío me recorre de parte a parte con sólo mentarte. Que… por favor, Piedrapapeltijera, en cuanto despiertes, mírame a los ojos y con una sonrisa en los labios dime que tú también.
VIII
Oh, oh. Me has pillado con el carrito del helado. A qué negártelo. Esta pala que tengo en la mano era para rascar la tierra de la maceta. Quería leer lo que habías escrito y luego volverlo a dejar como si tal cosa… porque me inquieta lo que nos tiene que pasar… me parece tan, tan injusto que tú sí lo sepas y yo no… Uffff… Vaya. Tenías claro a qué vendría yo aquí ahora, Marga, y por eso has aparecido… Pero queda tranquila, no volverá a ocurrir. Me morderé las uñas y esperaré los noventa y pico meses que aún quedan pacientemente. Y esa cena la pienso seguir ganando yo, conste.
IX
Marga, por favor, no seas tan escrupulosa. ¿No tienes unas cualidades? ¡Pues utilízalas! ¿Quién te va a pedir cuenta por ello? ¡Nadie! Ni tú ni yo tenemos ahora trabajo y con este patio, el panorama cada vez se nos pone más crudo… Una pequeña ayudita nos vendría muy bien para despegar… Podríamos, perdona que te diga, estar la mar de bien ¡Reacciona! ¡Dime qué número va a ser el segundo premio de la lotería! ¡Mira: No te pido el primero siquiera, te pido el segundo… para salir del paso…! ¡No quiero los seis, dime sólo cuatro números de la primitiva de este Jueves, por favor…! Chica… que no es por los premios, es porque nos jugamos nuestro futuro juntos… que nadie imaginaba la puta crisis que se nos venía encima… ¿Nadie? Bueno, tú ya sé que sí… Piedrapapeltijera, por lo que más quieras… por nosotros…
XXX
La tierra está tan reseca que la hoja de la pala se dobla cuando intento clavarla. Rompo la terracota. Las raíces de la planta han crecido tanto que se enroscan y enzarzan buscando un sitio que no tienen. Aprisionan los botes. Me dejo los dedos y las uñas para desenmarañarlos. Primero el mío. Lo abro. Leo mi letra gigantona. Y rememoro el sueño de lo que tenía que ser mi hoy. Luego voy por el otro bote. El de ella. Me tiemblan las manos. Se me nubla la vista. Desdoblo el papel. En el principio veo, ahí dibujados, una piedra, un papel, una tijera. Luego sigo leyendo. Su letra redonda y perfecta. Trago saliva. Nudo en la garganta. De repente, me traicionan a la vez las lágrimas, los mocos y las piernas que se me doblan. Eso me pasa cuando llego a las últimas palabras, las que recuperan mi esperanza: “Postdata: el Jamonetis habrá cerrado, Arcadio, tendrás que pensar en otro sitio para pagarme la cena”.

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